jueves, 18 de febrero de 2016

LA CAÑONERA DE LA ROYAL NAVY HUNDIDA EN EL RIO EBRO 1813

En 2015 en respuesta a una petición del CASC (centro de arqueología subacuática de Cataluña) en la cual me solicitaban ayuda para  localizar documentos en los archivos británicos que les ayudaran a resolver  los nombres de los barcos de transporte hundidos en DELTEBRE  (ver Deltebtre I), emprendí una búsqueda exhaustiva en el National Archive de Kew en  Londres. AL  no encontrar nada sustantivo a partir de la búsqueda digital  que realice en dicho archivo, decidí pedir los antiguos y polvorientos volúmenes originales que la Armada Real usaba hace 200 años para localizar su correspondencia interna. Para mi sorpresa pronto salieron  a la luz dos carpetas “olvidadas” de  correspondencia de  los  Capitanes de buques de guerra ingleses que patrullaban en el mediterráneo durante la guerra de la Independencia, en total alrededor de unas dos mil hojas, muchas  del as cuales con referencias a acciones en la costa catalana.

Entre las cartas había una que me atrajo la atención inmediatamente porque desvelaba el lugar preciso del hundimiento de una cañonera que hasta ahora no ha sido descubierta. Lo que sigue a continuación es la dramática historia de aquel barco.

Amposta hoy


EL SUCESO DEL GUNBOAT 23 (Amposta)
En agosto de 1813, el ejército francés se hallaba en retirada de la península. La victoria de Wellington en la batalla de Vitoria sobre el rey José Napoleón, no dejaba lugar a dudas sobre el fin de una ocupación que había persistido a lo largo de cinco años hasta dejar devastado el territorio y su gente.
No obstante, en la costa este de España y donde los aliados eran menos fuertes, la retirada de los franceses resultó ser un asunto más costoso y arriesgado.

Le maréchal Suchet Catalonia

El mariscal francés, Louis Gabriel Suchet, había abandonado su feudo valenciano a desgana y se hallaba de camino hacia el norte, atravesando Cataluña con sus divisiones de combate todavía intactas. A una distancia prudente, le seguían dos ejércitos aliados: un cuerpo del ejército español comandado por el Duque del Parque y otro, el anglo-siciliano, bajo el mando de Lord William Bentinck,. Ambas fuerzas contaban con el apoyo de una flota de la Armada Real Británica comandada por el Almirante Benjamin Hallowell.
A lo largo de la retirada, el comandante francés iba dejando guarniciones en varias ciudades fortificadas, entre ellas, Sagunto y Tortosa, con el fin de ralentizar el progreso de las tropas aliadas que le seguían. Los aliados, por su parte, dejaron cerca de las dos plazas, pequeñas fuerzas de bloqueo con el propósito de vigilar la retaguardia.
Con el fin de facilitar el avance español en Cataluña, se establecieron puntos de cruce en el río Ebro. Las tropas que lo cruzaron se unieron más tarde a las fuerzas de Bentinck, las cuales, ya habían desembarcado en el campo de Tarragona.

Ponton de otra guerra
Un punto estratégico importante, si no el único, fue el cruce del rio a la altura de Amposta, donde se instalaron pontones y balsas - básicamente se trataba de barcazas cubiertas con planchas de madera -  con un sistema de guindalezas. El responsable de esta ardua tarea fue un simple teniente de la marina británica quien, junto a la tripulación de su cañonera, se encargaría de supervisar el transporte de un gran número de tropas, caballería, artillería e incluso el tren de equipaje de los cuerpos españoles. Así fue como el teniente John Bowie, veterano de los asedios de Flushing, Cádiz, Tarifa y Tarragona, se dispuso a navegar rio arriba con su pequeña cañonera nº23 de 16 m de eslora, para tal fin, mientras le asistían noventa marineros españoles con dieciocho barcazas destinadas a transportar las tropas. Siguieron unos días de trabajo agitado. 



Una vez que el grueso del ejército español hubo cruzado el rio, Bowie y sus hombres junto con los marineros españoles, pudieron descansar a la espera de una división española que se había retrasado. Al terminar de transportar las últimas reses del Duque del Parque en la tarde del día cuatro de agosto, dieron por acabadas las tareas del día. La división del general Pedro Sarsfield no se esperaba hasta el día siguiente, con lo cual, reinaba la calma. 
Sin embargo, a Bowie le preocupaba la idea de que tropas enemigas de la guarnición de Tortosa llegaran hasta el cruce, ya que se encontraban solo a nueve millas rio arriba. Expresó su inquietud en conversaciones con varios oficiales de la división del general Villacampa, quienes le aseguraron que aquella guarnición no suponía ninguna amenaza, pues ellos mismos pertenecían a una fuerza de cinco mil hombres que se hallaba acampada en los alrededores de Amposta. 
No obstante, en contra de lo previsto, esa misma noche dicha fuerza levantó campamento, abandonando la posición para patrullar rio arriba sin que nadie pensara en informar, dejando desprotegidos los botes y pontones en Amposta aquella mañana del día cinco.
Al despuntar el alba, Bowie y sus hombres ya estaban ocupados en las tareas de su buque. Eran las cinco y media de la mañana cuando les alertó un alboroto que provenía del pueblo. Algo estaba sucediendo…
Bowie: “Me informaron que había tropas que se aproximaban al pueblo desde todos los caminos. Pensé que se trataba de los hombres del general Sarsfield y me preparé para ello. A continuación me avisaron que aquellos soldados se dirigían corriendo principalmente por la carretera de Tortosa”.

Sin saber todavía qué ocurría ni tampoco la identidad de quienes se acercaban, los acontecimientos empezaron a tomar un cariz alarmante y dramático: 
“… la gente del pueblo corría en todas direcciones, alertando que las tropas eran francesas, pero había personas que me dijeron que eran españolas…”.
Siendo la precaución una buena aliada del valor, el teniente consideró prudente alejar su barco del lado del rio ya que encontraba solo diez yardas de la orilla. Lo que sucedió a continuación, llegó por sorpresa mientras los hombres se ocupaban en preparar el barco: 
“ Nos abrieron fuego desde las viviendas y muros…”


Para entonces la situación se encontraba fuera de control, miles de soldados franceses invadían el pueblo sin que nadie les opusiera resistencia, y por si fuera poco, la anchura del rio no permitía a Bowie alejar lo suficiente la cañonera de la orilla, ya que un banco de arena lo obstaculizaba. 

Bowie escribía: 
“el enemigo mantuvo un fuego nutrido sobre la cubierta del barco. Intentamos girar el cañón hacia ellos, pero uno de los marineros que lo manejaba cayó muerto y otros tres fueron heridos. También cayeron todos los hombres subidos a las jarcias. Fue imposible seguir al lado del cañón bajo un fuego tan fuerte…
El teniente tampoco pudo dejar que la corriente llevara el buque río abajo, ya que esto hubiera supuesto pasar entre doce y quince yardas de la orilla, quedando el buque expuesto a las descargas de fusil. Así de estrecho era el paso.
Con cada minuto que transcurría, la situación se hacía más desesperada. Se podía apreciar el humo que las descargas de fusilería dejaban en cada detonación en el instante previo a que impactase el plomo contra las maderas del barco. 
Bowie contaba: “Después de ver caer muertos dos hombres más y otro herido, vi que no había esperanza de salvar el barco y a su gente si seguían en cubierta; por lo tanto, les permití saltar al agua para llegar a la otra orilla a nado, lo cual hicieron algunos hombres…”
Pero no todos los marineros pudieron escapar de igual manera de las balas que barrían la cubierta, pues algunos estaban heridos y sin fuerzas suficientes para jugarse la piel a nado contra el corriente del rio. Así pues, el resto de los hombres decidieron buscar refugio colgándose de las cuerdas del bauprés, quedando así protegidos por el casco del barco. 


En medio del caos, Bowie, quién mantuvo la cabeza fría en todo momento, decidió priorizar la seguridad de sus hombres: “Les dije que siguieran donde se encontraban y que acercaría el bote pequeño desde la popa hasta ellos. A pesar del nutrido fuego que mantenía el enemigo, logré arrastrar la barcaza hasta la proa sin producir más daño a nadie, salvo una herida ligera que recibí en mi rodilla…”.
Aun viendo que no había escapatoria, el siguiente pensamiento del teniente de la marina fue la de asegurar que su cañonera no cayera en manos del enemigo. Con actitud decidida dejó a los hombres heridos en el bote, y junto con el carpintero de la tripulación, bajó presto a su cabina, donde abrieron un agujero en el casco con el fin de hundir el barco. Después, subió de nuevo a cubierta con el sable desenvainado y procedió a cortar un cable que servía para tirar los pontones. El buque se detuvo de golpe a causa de un banco de arena .
Mientras los hombres se alejaban en la barcaza, Bowie saltó al agua llegando a nado a la otra orilla mientras las balas le rozaban su chaqueta. Una vez reagrupados, el pequeño grupo de hombres, algunos de los cuales se hallaban heridos, no veía claro sus posibilidades de escapar. 
Bowie: “los soldados enemigos subidos en varios botes ya venían detrás de nosotros e incluso tenían subidos unos caballos en un pontón. Sin embargo, como ya se había cortado el cable, no pudieron cruzar el rio de manera rápida. Esto nos dio un margen de tiempo”.

Sorprende la templanza que mostró el teniente Bowie teniendo en cuenta la rapidez con la que se desarrollaban los acontecimientos. Su relato continúa: 
“las tropas francesas llegaron a la orilla izquierda y nos persiguieron, pero había obtenido un carro para los hombres heridos y pudimos así alejarnos de la infantería. Deduje que los pontones que transportaban la caballería se habían quedado inmovilizados en medio del río, pues no nos persiguieron a caballo”.


Sin duda alguna, si la caballería enemiga hubiese llegado a la otra orilla, Bowie y sus hombres hubieran sido hechos prisioneros. Pero ahora, alejados ya del enemigo, la prioridad era la de llevar lo antes posible a los heridos para que los atendiera un cirujano. Así fue como el grupo se apresuró a lo largo de la carretera de la costa.
Alrededor de las nueve de la mañana escucharon una explosión: 
“el enemigo al no poder reflotar la cañonera, la voló…”
El grupo de marineros tenían por delante un agotador viaje de cincuenta kilómetros hasta el fondeadero de los buques de la escuadra británica, en el Coll de Balaguer. Cada bache en el camino suponía una tortura para aquellos hombres que languidecían heridos en los carros. 
Bowie: “Hice todos los esfuerzos posibles y tan rápido como pude para llevar a los hombres heridos hasta un cirujano. Apoderándome por el camino de carros y mulas, me fue posible llegar aquella noche con toda la tripulación que quedaba en Hospitalet de l’Infant, donde les subí abordo de un buque de transporte. A media noche los heridos fueron trasladados al Buque HMS Invincible (74), en la bahía de Salou”.

Cuaderno de bitácora del HMS Invincible. “Vino a bordo el teniente Bowie con dos hombres heridos…pérdida de cuatro hombres, cañonera y pontones voladas por el enemigo.”

Finalmente, el teniente Bowie fue llevado al buque insignia HMS Malta (80) que fondeaba en la bahía de Tarragona, donde, transcurridos dos días y a petición del almirante Benjamín Hallowell, fue requerido a escribir un informe de cinco páginas donde aclarara las circunstancias bajo las cuales había llegado a perder un barco de Su Majestad. Además, por ello, tendría que comparecer delante de un consejo de guerra.
Sea como fuere, mientras escribía, sus pensamientos escapaban hacia otras penurias. Retenía en su mente aquellas crueles escenas de las cuales había sido testigo a orillas del rio Ebro, las cuales, aunque no tuvieran relación con la pérdida de su cañonera, no pudo evitar recordar…
El último parágrafo de su informe dice lo siguiente:
“No puedo dejar de mencionar el trato que recibieron los pobres e indefensos habitantes de Amposta a manos de las tropas francesas. Algunas personas intentaban huir en barcos por el rio, y otras que se vieron perseguidas demasiado de cerca, se quedaron inmóviles en el margen del rio sin persistir en sus esfuerzos para escapar. Las tropas descargaban sus armas sin distinción sobre hombres, mujeres y niños, cuyos gritos eran espantosos”.



Sobre el consejo de guerra a Bowie llevado a cabo con motivo de la pérdida del buque, cabe mencionar el hecho de que fue absuelto, y que el presidente del tribunal, al devolver al teniente su espada, elogiaba su gallardía y su proceder con templanza. 

Conclusión del autor

Según el informe de Bowie, el barco  se encontraba entre doce y quince metros de la orilla, retenido por el cable de los pontones, no lejos de donde antes había la casa del transbordador. Al cortar el cable, el barco habría virado, alejándose  hasta que su ancla lo frenara, o bien, hasta que se hubiera detenido a causa del banco de arena. Es cuestionable la versión que relata Bowie sobre los franceses que volaron el barco, ya que la explosión hubiera sucedido unas cuatro horas desde el comienzo del ataque y para entonces, Bowie y sus hombres ya se encontrarían demasiado lejos para observar lo que ocurrió. 
Otro asunto es que no es probable que los franceses hubieran tenido tiempo ni medios para rescatar y llevarse los 2/3 cañones de a bordo.
Algunas preguntas que surgen, son:
¿Los cañones pudieron haber sido rescatados en una fecha más tardía?
¿Los dragados del rio hubieran podido dañar el barco?
Según la documentación el barco se encuentra delante del trasbordador de Amposta


Fuente principal: 
National Archive, Kew, London 
Informe de cinco páginas escrito por el teniente John Bowie al almirante Benjamin Hallowell, el 8 de agosto 1813, a bordo el buque de guerra HMS Malta en la bahía de Tarragona.

Cuaderno de bitácora del HMS Invincible 


Información técnica

Commisioner Hamilton Gunboat (1r Serie 1808)

                 
Dimensions



Dimension
    Measurement
                            
Length of
Gundeck
    50' 7"
Imperial Feet                                                                
Length of Keel
    44 5394
Tons BM                                                                        
Breadth

    14' 2 ½"
Imperial Feet                                                                
Depth in Hold

    5' 4 ½"
Imperial Feet                                                                
Burthen
Armament


    41' 6"
Tons BM                                                                              
1808


                  Broadside Weight = 27 Imperial Pound (                        
12.2445kg)
Bow Chaser
2
British 18-Pounder
                 
Pivot Mount
1
British 18-Pound